
Para intentar acercarnos a la cosmovisión africana hemos de considerar que la vida –según su punto de vista- es esencialmente religiosa y el individuo está sumergido en una participación que comienza antes de su nacimiento y continuará después de su muerte. Vivir es estar inmerso en un drama religioso y todos los acontecimientos del vivir tienen una vinculación a lo sagrado. Los nombres tienen significados religiosos, el sonido del tam-tam es también un lenguaje religioso y un eclipse es un mensaje a los hombres. No hay desvinculación en ningún momento de la vida con lo religioso.
Para los africanos el tiempo tiene asimismo una dimensión religiosa y no lo conciben como lo entendemos los occidentales. Nosotros acotamos el tiempo en segmentos, días, horas, minutos, segundos… Pensamos que el tiempo existe fuera de nosotros como magnitud objetiva y tiene una dimensión lineal. El occidental vive angustiado por el paso del tiempo, es su súbdito. Tiene que respetar plazos y horarios. No puede existir fuera de los engranajes del tiempo y esto le supone un conflicto en que inevitablemente el ser humano es derrotado y aniquilado por el fin que es la muerte, el fin de su tiempo, el fin de todo.
Para los africanos el tiempo no tiene una existencia objetiva fuera de nuestros actos. Las cosas no existen en el tiempo sino que el tiempo existe porque existen nuestros actos. Es consecuencia de ellos. No tiene existencia si no le prestamos atención, podemos incluso hibernarlo si no le proporcionamos energía. Por eso es tan frecuente encontrarse con imágenes de africanos sentados o de pie sin realizar ninguna actividad en un estado que parece de ensoñación. Según nuestra visión están perdiendo el tiempo, pero la realidad es que están esperando al tiempo, o bien en el estado de producir el tiempo.
Para un africano el tiempo futuro es difícil o casi imposible de imaginar fuera de unos meses como máximo. La dimensión del futuro es extremadamente corta y no ofrece interés para ellos. No hay palabras en las lenguas africanas para acontecimientos remotos en el futuro. El africano vive en el presente (Sasa) y en la repetición cíclica de los acontecimientos (el día, la noche, la estación de lluvias o seca). Cada año se sucede incrementando la dimensión pasada del tiempo. La eternidad es algo que sólo existe en el pasado (Zamani). El presente se diluye en el Zamani, el macrotiempo por excelencia, el territorio del mito que da fundamentación y seguridad al periodo del Sasa. Por eso el tiempo africano se proyecta fundamentalmente en el pasado y no en el futuro. En este sentido, los africanos alcanzan su plenitud en la ancianidad, cuando están más cerca de los antepasados, y se hallan más integrados en un universo espiritual. No existe el mito de la juventud. De hecho un niño que nace no es totalmente humano no cuando su nacimiento, sino que tiene que pasar los ritos de pubertad e iniciación, el casamiento y tener hijos sin los cuales no es en su totalidad.
En el concepto tradicional africano no existe una historia que se mueve hacia delante en dirección a un punto culminante o hacia el fin del mundo. Por eso los pueblos africanos no tienen noción de progreso, no hay un camino o una idea de desarrollo que lleve de unos niveles inferiores a unos superiores. No se planifica el futuro. El centro de gravedad para el pensamiento y los actos del hombre es el periodo de Zamani hacia el cual se mueve el Sasa. No hay un mundo que ha de venir como para el cristianismo y el judaísmo.
La historia africana está llena de mitos, mitos del origen, de la creación, el primer hombre, la retirada de Dios del mundo, el origen de la tribu… La gente mira siempre hacia atrás, hacia el Zamani, tiempo en el que se integran los fallecidos que no dejan de existir como lo entendemos nosotros. Siguen vivos como muertos vivientes en el recuerdo, junto a los espíritus, y a veces se aparecen a los ancianos de la tribu, nunca a los niños. El fluir de la historia, de la repetición cíclica del tiempo, va camino del pasado y no del futuro. Los ciclos no tienen fin: nacimiento, matrimonio, procreación y muerte así como las estaciones y años que se van integrando en el Zamani.
Cuando alguien muere, esa persona sigue teniendo existencia mientras hay alguien que puede recordarlo. Por eso se les ofrecen libaciones o comida. Y en este sentido hay que entender su concepción de incomprensible hacia alguien que no se casa o no tiene hijos. No hay peor tragedia porque si no tiene familiares cercanos que le recuerden después de su muerte se extinguirá como una llama. Casarse es un deber, y si un hombre no tiene hijos o sólo tiene hijas, buscará otra mujer que le dé hijos que le sobrevivan y le guarden en un estado de inmortalidad personal.
Un muerto nunca estará en el cielo o en el paraíso. Siempre estará en la tierra.
Supongo que de estas reflexiones se deriva la importancia de la tradición en el mundo africano y la carencia del sentido de progreso y la falta de planificación en las sociedades africanas… El hombre europeo va a la búsqueda del tiempo, siempre mira hacia delante. El hombre africano es lento y repetitivo: lo hizo mi padre, y el padre de mi padre… El sentido del tiempo es el drama y la riqueza de los pueblos africanos.
BIBLIOGRAFÍA:
John MBITI, Entre Dios y el Tiempo. Religiones tradicionales africanas. Editorial Mundo Negro.
Ryszard KAPUSCINSKI, Ébano. Editorial Anagrama.
Apuntes de charla de Inongo VI MAKOME.
Comentarios
Tampoco es tan ajeno a la cultura europea ese concepto de "eternidad", algo muy similar opinaban vikingos y algunos griegos. Lo realmente interesante es el concepto de "hombre" ese no ser hasta no estar completo, ese definirlo todo en torno a la familia, entiendo que se es entanto eres el enlace entre el pasado (los ancestros) y el futuro tus hijos que te recordarán y recordarán el pasado y todo será un continuo presente. No sé si he llegado a explicarlo y/o entenderlo, es dificil. Pero ese esperar el tiempo... un concepto sutíl, esperal para hacer el tiempo.
Resulta desconcertante, poético y una invitación a la reflexión de la que es difícil sustraerse.
Por cierto al leer la parte de las hijas, recordé algo, no sé si lectura documental o qué, pero era una tribu/pueblo muy curiosa, era una especie de matriarcado y las mujeres puden tener amantes y cuando el amante está con ella cruza su bastón delante de la choza y el marido sabe que no puede entrar, por supuesto la linea de reconocimiento es la materna. Curioso. ¿sabes algo de ellos?
Tienes razón, es poético ese esperar el tiempo y que éste no tenga consistencia fuera de los actos de los seres humanos. En África los horarios no tienen mucho sentido. Es un desastre para el sentido que tenemos del progreso, pero invita, como dices, a la reflexión.
En cuanto a la tribu que mencionas, no sé cuál es, pero hay quien ha dicho que África no existe como tal. Hay más de cuatro mil grupos étnicos con sistemas religiosos y sociales diferenciados. ¡Cómo me gustaría hacer un viaje por África de punta a punta durante un año!
Muy bueno tu post.
Saludos.
Sill
Le esclavización de los negros es una verdadera pena, igual que la exploración del continente. Mas el ser humano siempre ha sido curioso y las nuevas tecnologías han permetido la explotación del continente Africano.
Ya conocía el concepto del tiempo. Antes que leer ébano, que fue mi gran revelación de africa, me lo explicó un senegalés que conocí en Granada. Precisamente comentaba, que en nuestro tipo de vida, donde todo quedaba acotado por algo, él no encontraba el tiempo de hacer las cosas.
Cuando viajé a Marruecos, me di cuenta que allí es diferente que en el africa negra. El tiempo es valioso, aunque hacen las cosas lentamente también, pero lo importante es hacer dinero y rápido y ellos tienen la misma visión de futuro que nosotros.
saludos
¡Que los dioses te sean propicios!
África no es más que un ecosistema cultural roto por una especie foránea obsesionada con el progreso.